Tras el comportamiento informacional colaborativo

Resumen:
Se destaca el interés de los profesionales de los centros de información juvenil por seleccionar y difundir adecuadamente los contenidos informativos que afectan a la vida cotidiana de los jóvenes, por superar los obstáculos de accesibilidad y de comprensión de la información con los que se encuentran, y la importancia de la interacción en redes sociales. Dado el valor que adquiere la sociabilidad virtual en la que se desenvuelven los jóvenes y sus interacciones, se debe impulsar su función intermediaria adoptando el rol de conectores, en la medida de lo posible. Para ello habría que detectar aquellas señas que sugieren un comportamiento informacional colaborativo e impulsar estas acciones. Se analizan los conceptos de: difusión hiperdiádica, de Christakis y Fowler; mediación como Information DJ, de Matt Lieberman; y rastro de la información, de Pirolli

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Cómo citar este artículo:
Navarro, Gabriel. «Tras el comportamiento informacional colaborativo». Anuario ThinkEPI, 2014, v. 8, pp. 173-182.

11 Replies to “Tras el comportamiento informacional colaborativo”

  1. EL FORRAJEO DE INFORMACIÓN
    Por Tomás Saorín

    Me ha hecho gracia que Gabriel termine con el “forrajeo”, los cazadores-recolectores. El antropólogo Yehudi Cohen señalaba unas pocas estrategias adaptantes relacionadas con que “causas económicas similares producen efectos culturales similares”. El forrajeo es la más primitiva, actualmente apenas presente en climas extremos y comunidades extremadamente aisladas.
    http://en.wikipedia.org/wiki/Adaptive_strategies

    Lo cual podría sugerir que el forrajeo de información es una conducta de poco recorrido, y que en el proceso de maduración informacional habrá que recorrer-posibilitar el paso por los siguientes estados de Cohen: horticultura, agricultura, pastoreo, mercantilismo e industrialización.

    Bromeando podríamos preguntarnos: ¿nos vemos los ciudadanos del siglo XXI lanzados en las redes sociales hiperconectadas ubicuas a comportamientos anteriores a la revolución neolítica? ¿Tan nuevo es lo que sucede en este continente digital que más que nativos digitales somos aborígenes digitales?

    En fin, que no olvidemos la importancia del “comportamiento informacional colaborativo” y en las estructuras culturales, sociales y organizacionales que lo harán viable…

  2. CACERÍA DE LA INFORMACIÓN
    Por Gabriel Navarro

    La visión que intento destacar en esta nota con la referencia a la teoría de “Information foraging”, no la expongo como una “estrategia adaptante” más de entre las que habla Cohen, que menciona Tomás en su comentario, y que entiendo constituyen una serie diferenciada de modelos socio-culturales que han utilizado las diversas sociedades, enmarcado sobre todo en un contexto histórico y económico.
    http://en.wikipedia.org/wiki/Information_foraging

    La versión en castellano “forrajeo de la información” podría muy bien interpretarse como “cacería de la información”, que considero es el verdadero sentido que expresa esta teoría que describe el comportamiento de búsqueda y recuperación de información propuesta por Pirolli y Card (1999), en un marco psicológico, más que sociológico.

    Sus autores parten de que los seres humanos somos “Informávoros” (informavores). Se deriva de una teoría de la búsqueda de alimentos llamada “teoría de forrajeo óptimo”, que ayuda a los biólogos a comprender los factores que determinan la preferencia de alimentos de un animal y sus estrategias de alimentación. La base de esta teoría es la evaluación de costes y beneficios que realiza un sujeto para conseguir una meta (como si fuera un alimento), donde el costo es la cantidad de recursos consumidos cuando se realiza una actividad elegida (por ejemplo, una búsqueda de información) y el beneficio es lo que se gana dedicándose a esa actividad.

    Partiendo de las metáforas y analogías que utiliza esta teoría, se plantea que la recuperación de información se lleva a cabo a través de técnicas de búsqueda o de navegación que puede ser considerada como una actividad racional y orientadas a objetivos. Al realizar una búsqueda habitual de consulta en la Web hay un objetivo inicialmente definido en cuanto a lo que se busca y lo que el sujeto espera recibir dentro del conjunto de resultados. Al navegar en la Web existe un patrón repetitivo de comprensión de la situación, fijando una meta que las interacciones de navegación posteriores intentarán conseguir, que derivan de un plan para lograrla y después evaluar el resultado de esa interacción.

    En la navegación casual el objetivo es menos aparente, pero las interacciones todavía son activadas por el propósito del sujeto apoyándose en una evaluación del entorno (los sucesivos sitios web que visita). Sus autores desarrollaron un modelo de proceso detallado, se trata de un modelo cognitivo para obtener information foraging en el que la eficiencia de la recuperación de información se calcula por evaluaciones de information scent y mediante valores heurísticos para la selección de reglas de elaboración de las búsquedas y rutas en el acceso a contenidos y la navegación.

    Esta teoría ha tenido una mayor aplicación en el ámbito de la usabilidad de la Web y el diseño de las interfaces. El mismo Jakob Nielsen, el mayor experto mundial en usabilidad, expresaba hace años (2003) que esta teoría era el concepto más importante que ha surgido en la investigación sobre la Interacción Persona-Ordenador (véase: Information Foraging: Why Google Makes People Leave Your Site Faster).
    http://www.nngroup.com/articles/information-scent

    Pero lo que yo destaco aquí de entre sus aportaciones es el concepto de “rastro de la información” (information scent), el cual -más allá de su aplicabilidad en usabilidad web- pienso que puede ser válido en el contexto de las redes y medios sociales, así como su vinculación al comportamiento informacional colaborativo.

    Estas reflexiones que presento en esta nota se entroncan también en la necesidad y las propuestas de crear comunidad y llegar a más personas, que hacía Natalia Arroyo en su interesante ThinkEPI “Pinchar la burbuja de las bibliotecas en Facebook: el reto de la comunicación”
    http://thinkepi.net/pinchar-la-burbuja-de-las-bibliotecas-en-facebook-el-reto-de-la-comunicacion

    Aunque no pretendo que estas estrategias se confundan con el concepto de “viralidad”, hay algunos casos que pueden ser ilustrativos de mecanismos que estimulen este “comportamiento informacional colaborativo”. Por ejemplo, revisando aportaciones en Facebook durante las últimas semanas, en la página de la Biblioteca Nacional se publicó lo siguiente el pasado 3 de enero:
    https://www.facebook.com/photo.php?fbid=10151951371713402

    La cantidad de “Me gusta” es importante, aunque suponga sólo el 0.5% de sus seguidores, pero esta invitación que hace a sus fans provoca una cantidad notable de comentarios. ¿Podríamos encuadrar esta acción como un caso de “gamificación”? Probablemente pero, además de atraer, estimular e incitar a la participación lúdica, esta foto incluida en su FB está jugando, a mi entender, un rol de rastro de información, hacia su propia web (para buscar y/o ampliar más información), hacia otros recursos documentales en línea ligados a estos contenidos, incluso hacia la potencialidad de localizar entre otros “contactos” por parte de sus fans, a quienes puedan facilitar o completar la información que requiere su respuesta, etc.

    Bien, quizá no sea un ejemplo muy destacable de lo que pretendo transmitir, pero por ese campo es donde considero más adecuado el debate en el caso de los medios sociales.

    Por otra parte, no me parece desacertado el término de “aborígenes digitales” aunque ese concepto exigiría otras reflexiones.

    Referencias:
    Pirolli, P.; Card, S. (1999). “Information Foraging”. Psychological review, v. 106, n.4, pp. 643-675.

  3. COMPORTAMIENTO INFORMACIONAL COLABORATIVO
    Por José-Antonio Gómez-Hernández

    Interesantísima cuestión: el comportamiento informacional colaborativo. Es algo que Gabriel Navarro investiga en relación con sus usuarios del Informajoven, pero que es igualmente relevante para cualquier persona y grupo. Y que tendrá que ver también con los fines que se persigan y con los valores.

    Quiero decir, con los “para qué” individuales y comunitarios, con resolver o dar respuesta a necesidades cotidianas (aprender, influir, financiarse, desarrollar un proyecto, compartir vehículo o habitación, crear contenidos, ahorrar en electricidad…) cooperativamente.

    El comportamiento informacional colaborativo requiere también reconocer y valorar que trabajar comunitariamente permite logros para uno mismo y para el grupo. Y que hay medios y redes que se pueden aprender y utilizar fácilmente en esos procesos…

  4. REDIFUSIÓN DE CONTENIDO
    Por Natalia Arroyo-Vázquez

    El texto de Gabriel Navarro llama la atención sobre un aspecto de los medios sociales al que, en la práctica, apenas se presta atención en las bibliotecas y centros de información: la posibilidad de que otros compartan nuestros contenidos, de que “pinchen” nuestros temas (comportamiento informacional colaborativo). Sin el enfoque puesto en la viralidad nuestro mensaje pierde en difusión, que es lo que se pretende al transmitirlo, al fin y al cabo. Me ha gustado la expresión Info DJs que se utiliza en el texto, creo que ilustra muy bien la situación.

    En este momento deberíamos estar preocupados por cómo conseguir esa difusión extra y gratuita que nos brindan las redes sociales. Y no hablo de prácticas poco éticas o sensacionalistas, como las que practican algunos medios, sino de cambiar la forma de comunicar y conseguir atraer la atención de nuestra audiencia.
    http://thinkepi.net/pinchar-la-burbuja-de-las-bibliotecas-en-facebook-el-reto-de-la-comunicacion

    Concretando, y pensando en cómo llevar la idea a la práctica, las preguntas son las siguientes: ¿cómo conseguir que otros redifundan mi contenido? ¿Practicamos nosotros mismos ese comportamiento informacional colaborativo?

  5. MOTIVACIONES EN LA COMPARTICIÓN DE CONTENIDOS
    Por Gabriel Navarro

    Ciertamente, como señala José-Antonio, lo relativo al comportamiento informacional colaborativo está íntimamente ligado a las estrategias de intervención con nuestras comunidades de seguidores y/o contactos de nuestros medios sociales. El componente cooperativo del “para qué” creo que debe estar inscrito en los objetivos y la misión de nuestros centros y organizaciones. Pero a veces no es fácil transmitir esta perspectiva a los usuarios. Y en muchas ocasiones, las motivaciones se escapan a nuestro espacio real de intervención.

    Valdría la pena reflexionar sobre la ideas que suscitaba el estudio “The Psychology of Sharing: Why do People Share Online” realizado por The New York times, del cual hablo en el post “Mención en Facebook como forma de compartir”, donde se expresan los siguientes motivos, entre otros, por los que la gente comparte cosas:
    http://nytmarketing.whsites.net/mediakit/pos
    http://www.gabrielnavarro.es/2013/07/31/mencion-en-facebook-como-forma-de-compartir

    – El 94% de los encuestados dijeron que seleccionan cuidadosamente la información que se va a compartir y piensa si ésta va a ser vista y realmente útil.
    – El 78% comparten contenido en línea para mantener una relación con personas con las que no tendrían contacto de otra forma.
    – El 69% de las personas dijeron que al compartir información en línea se sienten más involucrados con el mundo.
    – El 84% lo hace para defender una causa.
    – El 68% de los usuarios porque quieren mostrar a otras personas lo que les gusta.

  6. USO «COMPLACIENTE» AUTORREFERENCIAL DE LAS REDES
    Por Tomás Saorín

    Siento disentir de Natalia. Debemos tener cuidado de no meter en el mismo saco el uso de las redes sociales para difusión-promoción con aquellos en los que se apunta hacia lo que llamaremos “tecnologías sociales”, donde se busca potenciar el uso de tecnologías para apoyar los fines de las propias personas y colectivos.

    En estos casos se busca un beneficio indirecto, mucho menos visible, porque la “x-biblioteca” no trata de atraer hacia “sus servicios-colecciones-proyectos”, sino ponerse en el lado de la comunidad, para ayudarles a extraer beneficios de la combinación de tecnologías. En estos casos la biblioteca no lidera, no define los fines ni patrones, sólo apoya y asume la autonomía de otras iniciativas. No arrima el ascua a su sardina; acude a la fiesta y lleva algo de carbón.

    Y, a mi juicio, ponemos demasiado énfasis en dos líneas: la zona ¿tenebrosa? del marketing o la ¿complaciente? autorreferencial (bibliotecarios que usamos las redes para nuestro propio desarrollo profesional).

    En resumen, que podemos ser más valiosos si nos sumamos a las necesidades, medios y fines de los usuarios, que si lo que buscamos es que nos conozcan, nos “Megusten” o nos visiten. Tomando la última idea de Gabriel: sumarnos a las motivaciones de los usuarios.

  7. ENGAGEMENT CON LA BIBLIOTECA
    Por Nieves González-de-Villavicencio

    Sobre la última aportación de Tomás, no creo (con permiso) que lo uno (promoción de los servicios) y lo otro (colaboración con otros mediante tecnologías sociales), deban considerarse dos temas diferentes si de lo que estamos hablando es de una biblioteca que tiene un fin y unos medios muy concretos. Toda biblioteca tiene un objetivo, tiene que ser útil. Los medios sociales nos ayudan a su difusión y engagement. Pero ese engagement es con la biblioteca y sus recursos, pero sobre todo con sus bibliotecarios. Cuando un usuario interactúa con la biblioteca, es evidente que lo hace con sus bibliotecarios. Si como dice José-Antonio Gómez-Hernández “El comportamiento informacional colaborativo requiere también reconocer y valorar que trabajar comunitariamente permite logros para uno mismo y para el grupo”, estamos reconociendo que se están obteniendo logros, beneficios, ya sea para la biblioteca como institución, o para los bibliotecarios como individuos.

    A mi entender, el objetivo a corto plazo es resultar útiles a nuestros usuarios, “sumándonos a sus necesidades, medios y fines” y aportándoles un valor, porque ésa es la única forma de conseguir de forma efectiva y duradera que nos conozcan, “MeGusta” e interacciones.

  8. CUESTIÓN DE COMUNICACIÓN, PARTICIPACIÓN Y COLABORACIÓN
    Por Natalia Arroyo-Vázquez

    Al igual que Nieves, no creo que haya diferencia entre ambos usos, Tomás. Si queremos difundir contenidos en los medios sociales, que otros los compartan y obtener “me gusta”, es la mejor forma de conseguirlo.
    No estoy hablando de nada raro, sino tan sólo de cambiar la forma en que contamos las cosas. ¿No atraeremos más el interés del lector si, en lugar de un texto en el que se cuenta el horario de la biblioteca, ponemos una imagen vistosa incluyendo la misma información? El contenido es el mismo, sólo cambia la forma de contarlo, y los resultados son mejores.

    En un mundo saturado de información no basta con contar, además hay que atraer la atención si queremos que nos escuchen. Y creo que se puede hacer sin llegar a ese lado oscuro del que hablas. No es necesario ser agresivos, cambiar el mensaje ni difundir titulares que no tienen nada que ver con el contenido o que lo exageran, para llamar más la atención. Véase este ejemplo:
    http://www.todoereaders.com/union-europea-no-quiere-bibliotecas.html

    Si no entendemos el lenguaje de los medios sociales y que son una cuestión de comunicación, de participación y colaboración, dediquémonos a otra cosa. No me extiendo, de esto ya hablé en una nota ThinkEPI anterior.
    http://thinkepi.net/pinchar-la-burbuja-de-las-bibliotecas-en-facebook-el-reto-de-la-comunicacion

    Me pregunto cómo podemos saber cuáles son los intereses de los usuarios si no es a través de las interacciones: que nos lo digan en el mostrador o que nos pongan un me gusta en Facebook, por ejemplo. La ausencia de interacción se puede interpretar de muchas formas pero, desde mi punto de vista, puede ser una cuestión de indiferencia.
    En fin, creo que las diferencias en este debate son más bien cuestión del punto de vista desde el que entendamos cada concepto.

  9. CONDUCTAS Y SIGNIFICADOS
    Por Gabriel Navarro

    Comparto la filosofía que manifiesta Natalia Arroyo-Vázquez en su comentario, y la conveniencia de dar importancia a la viralidad de nuestros contenidos. Pero, si me permites, veo preciso hacer una apreciación al respecto: podemos pensar que hemos conseguido con un contenido concreto un nivel alto de “viralidad”, sin embargo las conductas empleadas pueden tener significados diferentes.

    Si observamos (a través del FB Insights, por ejemplo) que un enlace o un estado de nuestra página en FB ha recibido muchos clics se trata, sin duda, de algo que ha levantado el interés. Pero su consumo es fundamentalmente individual. Si genera muchos comentarios, indica que el grado de interés e implicación con el tema de que se trate es mayor. Si se comparte mucho en los propios muros de los sujetos, puede ser un indicador de interés personal, además de desear mostrar a sus contactos (“amigos/as”) qué es lo que le interesa y quiere mostrarlo a otros potenciales interesados (lo que implica un notable grado de cooperación).

    Pero si lo comparte en el muro de otra persona, o en el de un grupo, o bien realiza una “mención” de otra persona como comentario de ese contenido, entonces creo que emerge una conducta de mayor valor añadido y más vinculada al “comportamiento informacional colaborativo”, del cual hablo en la nota. Considero necesario que estemos atentos a estas conductas.

    En cuanto a las fórmulas, una de las propuestas que indico es reconocer esta clase de conductas, por ejemplo:
    https://www.facebook.com/permalink.php?story_fbid=556066034479777&id=119481731471545

    O bien, el caso del ejemplo en el FB de la BNE del que hablaba en mi anterior comentario.

    Pero, sin duda, un aspecto fundamental es que nosotros mismos hagamos de “Info DJs”, compartiendo todos aquellos contenidos elaborados o difundidos por otros que afecten a los intereses de nuestros usuarios. Así lo practicamos nosotros contantemente tanto en Twitter como en Facebook, mostrando en todo momento la autoría de las fuentes y, en lo posible, mediante feedback con ellas.

    Otro medio de mostrar ese “espíritu colaborativo” es difundir publicaciones digitales en las que se incluyan tanto nuestros contenidos propios como los generados por otras fuentes, siempre que tengan que ver con nuestro cometido y pensando en el interés de nuestros destinatarios Por ejemplo:
    https://www.rebelmouse.com/InformajovenMurcia

  10. USO AUTORREFERENCIAL DE LAS REDES SOCIALES
    Por Raul G. Beneyto

    Me resulta muy interesante la apreciación que ofrece Tomás sobre el fin último al que se orienta el uso de las redes sociales y que define como autorreferencial (bibliotecarios que usamos las redes para nuestro propio desarrollo profesional). Es evidente que es uno de los usos que se hace y, permitirme la opinión, no veo que el tener muchos “me gusta” en una página de Facebook sea reflejo de la calidad del catalogo o de los servicios bibliotecarios que se ofrezcan.

    En esta entrada al blog que publiqué en DocuMania expongo, siempre desde mi punto de vista, la situación que veo en el uso de las nuevas tecnologías en las bibliotecas. Os invito a leerla si es de vuestro interés:
    http://www.documania.info/2013/12/opinion-lo-que-facil-llega-rapido-se-va.html

  11. POTENCIACIÓN DEL MANEJO DE TECNOLOGÍAS SOCIALES Y DIFUSIÓN DE NUESTRO CENTRO
    Por Gabriel Navarro

    Comparto las observaciones que realizan Nieves González y Natalia Arroyo. Es evidente, como señala Tomás Saorín en su comentario, que tenemos la obligación de sumarnos a las motivaciones de los usuarios. Pero, ¿en qué medida está eso enfrentado al uso de las redes sociales como medio de difusión de nuestro centro o biblioteca, o bien, como instrumento para potenciar el manejo de las tecnologías sociales por parte de nuestros usuarios?

    Quizá corro el riesgo de ser muy simple en el siguiente ejemplo, y os pido disculpas, pues mi mundo no es el bibliotecario. Veamos:

    El proceso de alquiler de un eBook a una biblioteca, como consecuencia del contacto entre sujetos que han compartido una información, una noticia, un comentario o un enlace, a través de una plataforma de redes sociales, ¿no sería equivalente a aquél en el cual esa información compartida se ha producido en una sesión cara a cara en una cafetería entre sujetos que comentan el último libro sacado de la biblioteca de su pueblo? Lo que cambia es el “medio” y, probablemente, el uso del lenguaje adaptado a cada uno de ellos, pero la esencia del proceso es la misma: se consigue -a través de la cooperación de un usuario (comportamiento colaborativo)- animar o incentivar a otro usuario potencial para utilizar un recurso de la biblioteca.

    Cuando estamos promoviendo (invitando) a nuestros usuarios a compartir esos “recursos” de la biblioteca o del centro de información en sus espacios de las redes sociales virtuales, orientando –a su vez– sobre las formas de realizarlo, ¿estamos haciendo “difusión” o estamos potenciando el uso de “tecnologías sociales”?, ¿tenemos la certeza de que cuando realizamos una sesión de alfabetización informacional en el manejo seguro de una plataforma de redes sociales, por ejemplo Facebook, no afecta a la difusión de la imagen o la promoción de nuestro centro?

    Disponemos de listas de profesionales de nuestro ámbito con los que interactuamos en nuestro perfil de Twitter o en Facebook para compartir conocimientos, bajo un techo probablemente “autorreferencial”, ¿su uso afecta negativamente a los procesos de marketing de nuestro centro, o a los mecanismos de atención adecuada a las demandas de nuestros usuarios?

    Si fuera así se trataría, a mi modesto entender, de una cuestión de sistema de trabajo o de organización. Pero su vinculación debería ser enriquecedora. Entre las listas que disponemos en cada una de las redes sociales de Informajoven (véase: “Uso práctico de redes sociales” en @InformajovenMur), hay una dedicada exclusivamente a centros como el nuestro que tiene la utilidad oportuna.
    http://www.gabrielnavarro.es/2013/06/10/uso-practico-de-redes-sociales-en-informajovenmur

    Para nosotros la prioridad la tienen las listas de las áreas temáticas con las que trabajamos, pero ello no la desmerece.
    Es conveniente sin duda, como sugiere Tomás, distinguir correctamente cada uno de esos escenarios de intervención desde nuestras organizaciones, tener los conceptos claros. Sin embargo estamos inmersos ya en un contexto tecnológico tal que es obligado actuar bajo criterios de “hibridación” en el que no sólo se mezclan las tecnologías y los nuevos modelos de comunicación virtual, también se mezclan un conjunto de procesos de intervención que hace años se encontraban más delimitados. Por ejemplo, uno de esos grandes conceptos que ha sufrido un cambio sustancial es el de consumidor: cada vez más hablamos (y pensamos) en el “prosumidor” de nuestros servicios, cuya medida de resultados es muchas veces compleja por intangible. Y tenemos la oportunidad de promoverlo mediante las plataformas de redes sociales.

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