Que la información y la cultura no son un producto comercial como cualquier otro es algo bien sabido. La difusión masiva y en una sola dirección de información y cultura provoca colonización y homogeneización culturales. Esta constatación ha generado, al menos, un par de polémicas internacionales de gran dimensión y profundo calado que están lejos de haber sido resueltas: nos referimos por un lado, a la discusión sobre el nuevo orden mundial de la información y la comunicación (NOMIC) -que provocó, entre otras cosas, la salida de los EUA de la UNESCO- y, por otro lado, la defensa por parte de algunos países europeos de la excepción cultural.
Las discusiones sobre el NOMIC arrancaron a finales de 1970 y recogían las inquietudes de determinados países que, dado el sistema imperante de producción de noticias periodísticas y de otros tipos en aquel momento, nunca eran difusores de noticias. Lo que pretendían era no ser engullidos por el flujo procedente únicamente de los países anglosajones, y de los EUA más concretamente (con sus CNN y las grandes agencias de noticias a la cabeza). Los debates se llevaron a cabo en el marco de la UNESCO y, por desgracia, acabaron en agua de borrajas ya que no hubo acuerdo entre los países para aplicar las recomendaciones del informe MacBride (financiar una agencia de noticias internacional, etc.). La reciente creación de algunos medios de comunicación avalados y financiados directamente por los gobiernos (Al Jezira y otras cadenas árabes son un buen ejemplo) mostrarían que los motivos que impulsaron los debates aún siguen vigentes.
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Abadal, Ernest; Codina, Lluís. «¿Es Google una amenaza para la diversidad cultural?«. Anuario ThinkEPI, 2007, v. 1, pp. 94-96.