Resumen:
La crisis y los cambios acelerados de las tecnologías de la información propician la aparición de reflexiones sobre cómo tienen que afrontar las bibliotecas el reto digital y sobre la necesidad de reacondicionar las formas de trabajo y el perfil profesional. En esta nota se especula sobre si las bibliotecas son entornos que a menudo producen un efecto inhibidor en sus profesionales perjudicando la adaptación al nuevo entorno digital. Se apuntan varias razones: la supeditación tecnológica, un modelo de trabajo que prima lo establecido, la rigidez de las estructuras en la toma de decisiones y el apego a nuestro rol tradicional.
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Juárez-Urquijo, Fernando. «El bibliotecario desactivado». Anuario ThinkEPI, 2014, v. 8, pp. 101-107.
CAMBIAR O CAMBIAR
Por María Farrás
Casualmente hemos publicado un post esta semana titulado “Cambiar o cambiar”:
El mismo problema en el ámbito de las instituciones culturales: “same problema, different blind men”.
LA INNOVACIÓN ES UNA ACTITUD
Por Juan Alonso-Fernández
La verdad es que no hay nada más estimulante que el error. Personalmente no comparto que “vivimos cómodos” instalados en nuestras certezas. No es mi ámbito pero conozco muchos profesionales de las bibliotecas con buenas ideas, frustrados por no poder llevarlas a cabo. No voy a entrar en las razones pero entiendo que cansa pelearse por cambiar lo que no quiere cambiar.
Por otro lado, a su vez, también veo también mucha creatividad e innovación e iniciativas interesantes en este ámbito. Y creo que “porque el informático no nos deja” es un claim real porque la innovación o el cambio deben ir desde lo personal al conjunto y viceversa, retroalimentándose, no de un exclusivo colectivo profesional.
Como comenta Juárez-Urquijo: colaboración y complementariedad, temperamento y muchas ganas de trabajar y de aprender y avanzar.
Hay una cosa que me preocupa: la relación entre emprendedor/a y smoke seller, muy asentada en el ámbito 2.0. Es difícil encontrar buenos profesionales con conocimientos, experiencia y profesionalidad que ofrezcan contenidos críticos y de calidad. La emprendeduría es una cuestión de actitud, esfuerzo, constancia, multidisciplinariedad, vivir en el desequilibrio, superación y creer en lo que haces y no una simple campaña de tweets, incrustación de metadatos, usabilidad web, posicionamiento, reputación online o diseño atractivo.
Tiene que haber una apuesta por la calidad de contenidos y por la capacidad crítica y no estar demasiado acostumbrados a comer tres veces al día… Por eso cuidado: la innovación se ejerce en grupo sí, pero es sobre todo una actitud, una motivación, una exploración, un descubrimiento y ganas de saber, y para que esto florezca ha de existir un terreno fértil…
INCRUSTARSE EN OTRO EMPLEO
Por Alejandro Chiner-Arias
Esta es una buena llamada a activarse para no dejar de ser valiosos en un entorno que cada vez es más diferente a aquel en el cual se estructuró la profesión de bibliotecario.
Personalmente puedo aportar mi experiencia, primero como bibliotecario en universidades y más tarde como personal técnico de apoyo contratado directamente dentro de un proyecto de investigación.
Me formé en universidades británicas durante la primera década de los años 2000 en un entorno similar al que describe Martínez, el departamento de bibliotecas de la universidad reconoce la necesidad estratégica de adaptarse, toma la iniciativa y crea oportunidades para incrustarse, aportando sus diversos recursos humanos donde quiera que puedan añadir valor en la dinámica global de la universidad. Esto lo hace sin perder su identidad de dentro de la universidad; el departamento se transforma para no desaparecer.
Situación muy diferente es la del individuo que ya no está empleado en la biblioteca y busca cómo incrustarse en otro empleo en base a su previa experiencia como bibliotecario.
En este segundo supuesto considero que, en general, puede ser impropio hablar de “bibliotecario incrustado”. La diversidad de los proyectos y la especificidad de los perfiles que puedan ser empleables es tal que muy raramente coincidirán con el perfil personal de este o aquel bibliotecario en concreto. A veces se pedirá un “gestor”, otras un “administrativo”, quizás un “documentalista”, otras muchas un “informático”, etc.
Martínez, Dídac (17 junio 2013). “El bibliotecario incrustado en la UPC”. V jornada sobre buenas prácticas en el ámbito de las bibliotecas Madroño, 17 junio 2013.
http://youtu.be/IMJYYlsBxv8
¿Y SI ATAMOS DE PIES Y MANOS AL BIBLIOTECARIO?
Por Julián Marquina
Fuente: http://www.julianmarquina.es
Parece descabellada la idea… incluso un poco sadomasoquista, para algunos. Pero así es como se sienten muchos de los profesionales que trabajan en las bibliotecas y que ven cómo avanzan otros compañeros de profesión según lo hace la sociedad o las nuevas tecnologías mientras ellos no pueden porque “los de arriba” no les dan el OK para hacer nada o prefieren que no se hable de ellos por ningún medio. Lo que viene siendo el “no destacar por si acaso la cagamos”.
A eso se le llama miedo.
Miedo por innovar, miedo por imaginar y miedo por emprender desde dentro de la biblioteca. Y ese miedo es el que hace que los bibliotecarios prefieran no salirse de sus labores diarias y se queden sentados viendo pasar un tren al cual les da pereza subir, por no decir miedo.
En otro lado estarían los bibliotecarios que ven pasar ese tren y no sienten ese miedo o esa necesidad por innovar, imaginar un nuevo futuro o emprender porque ven que con las labores diarias de la biblioteca ya tienen más que suficiente, y que piensan que están más cerca de la antigua Biblioteca de Alejandría que de todos los avances futuristas aplicados a las bibliotecas. En este caso no hablo de ellos, sino de los que quieren y no pueden.
http://www.julianmarquina.es/informe-apei-bibliotecas-ante-el-siglo-xxi-nuevos-medios-y-caminos
Lo que está claro es que hace falta contagiar la actitud, energía y positividad para afrontar el futuro. Para cuando pase ese tren del que os hablaba no le coja desprevenido a ese bibliotecario. Hay que empezar por esos pilares básicos para poder construir una biblioteca con unos pilares fuertes que resistan toda la carga del futuro.
No hay que tener miedo al fracaso. El fracaso es lo que nos va a enseñar cómo es la vida, más que los éxitos. Las bibliotecas no pueden vivir en el mundo de la perfección continuamente. Tampoco estoy proclamando a saltarse las reglas escritas de lo que es una biblioteca, lo que quiero decir es que a esas reglas se les pueden ir sumando nuevas reglas y caminos a andar y explorar.
En muchas ocasiones no hace falta tener un gran conocimiento sobre cómo hacerlo o cómo llegar a lo quiero conseguir. Lo principal es tener la idea de lo que se quiere hacer e ir andando poco a poco y sin miedo, por ese camino. En ocasiones son caminos con baches y trampas, pero creo que estando la idea se pueden buscar caminos alternativos para llegar al objetivo final.
Luego existe la soledad del bibliotecario en su trabajo, cuando desde un principio (por no decir desde los orígenes) es una actitud corregible. La actitud del bibliotecario debe basarse en el apoyo y en la colaboración interna y externa con sus usuarios u otras entidades. Lo que viene siendo trabajo en equipo e indistintamente de quien forme ese equipo.
Necesita compañía para emprender todo lo que quiere hacer y saber si lo que va a hacer va a tener algún resultado, ya sea negativo o positivo.
El bibliotecario tiene que ser el perfecto anfitrión de la biblioteca, un perfecto “relaciones públicas” en todos los escenarios donde esté la biblioteca presente. Un bibliotecario que escucha a sus usuarios y asimila los cambios sociales. Un bibliotecario que incentiva la colaboración y que tiene un alto grado de compromiso con la biblioteca. Un bibliotecario que lucha por que crezca la biblioteca y que experimenta sin miedo al fracaso.
En definitiva, un bibliotecario sin ataduras ni miedos. Un bibliotecario que contagia su actitud, energía y positividad a quien haga falta con tal de poder innovar, imaginar y emprender dentro de la biblioteca. Un bibliotecario por y para su biblioteca, por y para sus usuarios y sin la necesidad de colgarse medallas.
CIENCIA FICCIÓN BIBLIOTECARIA
Por Fernando Gabriel Gutiérrez
Más que la metáfora de la entrada en calor para la maratón, me gusta pensar más en la entrada en calor de un equipo de fútbol. Sé que lo importante es entrar en calor, en activarse y no “desgarrarse” en el intento de correr con los músculos fríos. Es que a veces parecemos muy duros en nuestros movimientos bibliotecarios ante como va desarrollándose la vida digital.
Quiero relacionar el mundo de la innovación en bibliotecas con un deporte más grupal. Dejar de pensar sobre “el” “bibliotecario” como maratonista, sino como un equipo de “bibliotecarios”.
Por eso, me uno a la reflexión de Fernando Juárez, Dídac Martínez y Juan Alonso Fernández sobre lo que cuesta a los bibliotecarios la tarea colaborativa y salir de la zona de confort. Sugiero la figura de un equipo “bibliotecario” que no esté tampoco “anclado” a un grupo específico o como se llama “embebido”, “incrustado”. A veces siento a los “bibliotecarios” muy encastrados en sus lugares o roles aunque también estén “colaborando” con otros.
Me animo que, para empezar a mover las piernas antes de jugar el partido, veamos las habilidades de una figura del trabajador del conocimiento en esta era de las conexiones: el “knowmad”, o sea un nómada del trabajo, que trabaja en cualquier momento y lugar y desde cualquier dispositivo tecnológico: un bibliotecario sin espacio, fijo físico.
¿Podemos los bibliotecarios llegar a ser “knowmad”?, ¿cuáles son esas habilidades?
Cristóbal Cobo y John Movarec, en “Aprendizaje invisible”, nos muestran algunas pistas para formar a esos bibliotecarios y sus equipos:
1. No está limitado a una edad determinada.
2. Creativo, innovador, colaborativo y motivado.
3. Utiliza la información y genera conocimientos en diferentes contextos.
4. Altamente inventivo, intuitivo, capaz de producir ideas.
5. Capaz de crear sentido socialmente construido.
6. No sólo busca acceder a la información, procura utilizarla abierta y libremente.
7. Creador de redes, siempre conectando a personas, ideas, organizaciones, etc.
8. Capacidad para utilizar herramientas para resolver diferentes problemas.
9. Alfabetizado digitalmente, comprende cómo y por qué funcionan las tecnologías digitales.
10. Competencia para resolver problemas desconocidos en contextos diferentes.
11. Aprende a compartir (sin límites geográficos).
12. Es adaptable a diferentes contextos y entornos.
13. Consciente del valor de liberar el acceso a la información.
14. Atento a los contextos y a la adaptabilidad de la información.
15. Capaz de desaprender rápidamente, sumando nuevas ideas.
16. Competente para crear redes de conocimiento horizontales.
17. Aprendizaje permanente y para toda la vida (formal-informal).
18. Experimenta constantemente TIC (colaborativas).
19. No teme el fracaso.
Repaso la lista anterior desde mi smartphone mientras voy acomodando los libros en el estante. Y además se me activa la desactivación. Por debajo, muy por debajo mi conciencia me dice la palabra “innovación” y como bibliotecario creo que me hablan de ciencia ficción en las bibliotecas. Pero ojo, que el bibliotecario “incrustado” en cualquier momento también se puede “desactivar” y comenzar a “incrustarse” en un “no-lugar” al decir de Marc Augé. ¿Y ahí quién va a ayudarnos a la desactivación del bibliotecario “incrustado”?.
LAS RUTINAS QUE NOS IDENTIFICAN
Por Miguel Ángel del Prado
Completamente de acuerdo con lo que dices Fernando, y especialmente con la imperiosa necesidad de “trabajar en grupo y en proyectos fuera de la seguridad que ofrece las paredes de la biblioteca y las tareas técnicas conocidas”
http://eurosmes.eu/content/equipo-de-gestion
Es cierto que las rutinas nos esclavizan y consumen buena parte de nuestro tiempo y energías, pero no resulta tan fácil soltar ese lastre, pues en muchas ocasiones son la realización de esas rutinas las que nos dan nuestras señas de identidad dentro de las organizaciones y las que, en última instancia, justifican nuestra presencia.
Saber –o poder- conjugar la dirección o/y realización de las “rutinas” que nos identifican y que son necesarias para las organizaciones en las que trabajamos y abrirnos a la participación y colaboración en otros proyectos es el reto. Y no resulta fácil.