Resumen:
Entre el 9 y el 11 de octubre de 2012 coincidieron en Burgos el VI Congreso nacional de bibliotecas públicas y la Europeana conference; ambos eventos se celebraron juntos compartiendo sede y asistentes bajo el título “Biblioteca pública: memoria individual, patrimonio global”. La construcción de la memoria europea necesita la implicación de la ciudadanía y desde Europeana se están buscando cauces para ello. Se reflexiona sobre las dificultades que las bibliotecas públicas encuentran para implicarse en el proyecto y se apuntan algunas aportaciones que pueden hacer para integrar la memoria local en los grandes repositorios.
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Juárez-Urquijo, Fernando. «¿Puede mi biblioteca ayudar a Europeana?: el necesario cambio de percepción». Anuario ThinkEPI, 2013, v. 7, pp. 53-57.
MAYOR TRANSPARENCIA
Por Rafael Ibáñez
Agradezco la cita que Fernando Juárez toma de mi humilde post, una frase escrita con sentimiento después de lo visto (y lo ocultado) durante las jornadas en Burgos. Mi crítica sobre Europeana no se dirige el proyecto en sí mismo (que me parece más que fabuloso), sino a la forma en que se está gestionando. Personalmente creo que habría que trabajar más para reducir la brecha entre la Fundación y las bibliotecas públicas españolas, y no sólo en la difusión de lo que se está haciendo (se habló de ello, pero habría que ser más insistente), sino en los medios para poder participar en los programas existentes.
Cuando comentaba mi opinión en los pasillos al finalizar las sesiones del Congreso propiamente dicho, hubo quien me comentó que las convocatorias oficiales de ayuda para la digitalización de documentos ofrecen una vía para incorporarse a este fantástico proyecto, que es verdad que el lenguaje empleado en las mismas es algo críptico pero que, en cualquier caso, las empresas que se dedican a esas tareas saben de qué se les está hablando… Será cierto, no lo voy a poner en duda. Pero aun cuando estas tareas las realicen empresas externas, el personal técnico bibliotecario debería estar capacitado para valorar la calidad técnica del servicio que está “comprando” y sus resultados, para comprender la complejidad técnica de Europeana.
No puede pretenderse una implicación del bibliotecario de a pie basada en la “fe del carbonero”, la fe ciega. La colaboración se sustenta en la confianza, y ésta exige una mayor transparencia.
Es cierto que existe un cauce ordenado muy útil y efectivo para la incorporación de contenidos (bibliotecas digitales autonómicas > Hispana > Europeana), pero la participación en otros proyectos “más locales” o con otro tipo de “objetos” (como los que se nos presentaron en el VI Congreso nacional de bibliotecas públicas) exigen -para empezar- una formación mínima (open data, linked data, repositorios, formatos, aspectos legales…) que a los bibliotecarios de base nos resulta en ocasiones inaprensible. Y creo que ese camino no puede quedar intransitado si de veras queremos que las bibliotecas públicas sean algo más que meras ventanas de acceso a los contenidos de Europeana, que sean agentes activos de Europeana.
CONTRATACIÓN DE EMPRESAS EXTERNAS EN PROYECTOS DE FINANCIACIÓN EUROPEA
Por Marta Bascuñana
Sólo comentar una cuestión que creo que, o bien es fruto del desconocimiento, o bien es porque no se están haciendo las cosas como debieran.
Los proyectos de financiación europea que desde hace años han llevado a la creación de Europeana (como EDL, EDLplus, TELplus y otros de creación de contenidos digitales para manuscritos como Enrich, por citar algunos) llevan asociados un Acuerdo de Colaboración que prohíbe la contratación de empresas externas para el trabajo del personal involucrado en el proyecto. Esto se puede consultar entrando en estos proyectos en la web de, por ejemplo, los programas eContentplus de la Comisión Europea.
Esto significa que las instituciones participantes en los proyectos pueden contratar personal experto directamente para ayudar en la consecución de los objetivos para, de igual manera, extender esa capacidad experta al resto del personal de la institución, consiguiendo así no sólo resultado en los productos digitales que se consigan sino en la formación y difusión de esta nueva forma de producción de contenidos digitales de nuestro patrimonio histórico.
Dicho esto, yo trabajé durante mis 6 años en la BNE en el departamento que coordinaba estos proyectos, nunca se me contrató directamente y el dinero que Europa destinaba al pago de mis servicios y del resto de personal funcionario asociado al proyecto, sinceramente no sabemos a qué se destinó pese a aparecer en los informes económicos asociado a los gastos de personal con nuestros nombres, apellidos y horas invertidas. Con esto quiero decir que, en este país, como en otra muchas cosas, los esfuerzos de la Comisión Europea por crear profesionales cualificados en un trabajo que cuando yo entré en 2004 ya se estaba realizando (y estamos 2012) y los esfuerzos de los profesionales de Europeana, como Jill Cousins -a la cual no sólo admiro sino que ha realizado un esfuerzo magnífico en este proyecto-, han caído en España en saco roto, puesto que los profesionales no se han formado y el dinero no se ha invertido en esta formación.
Por cierto, esto no es una acusación gratuita, sino que puedo aportar pruebas allí donde se requieran.